Desayunamos en Reikiavik y nos dirigimos al aeropuerto para tomar nuestro vuelo de vuelta a casa pero antes haremos una última parada. Pasaremos nuestras últimas horas en Islandia en una de sus atracciones más famosas, Blue Lagoon (la Laguna Azul). En medio de un campo de lava se levanta este complejo con instalaciones futuristas y una zona de baño de color azul lechoso por el alto contenido en sílice de sus aguas. Hace unos meses, la revista National Geographic incluyó Blue Lagoon en una lista de las 25 maravillas naturales del mundo. Como cualquier ranking es muy discutible pero no vamos a contradecir nosotros una opinión tan prestigiosa…
Una vez en el agua, cumplimos el rito de embadurnarnos la cara con el barro blanco de sílice que, según dicen, es un exfoliante natural de la piel.
Al terminar el baño hay que ducharse a fondo y, muy especialmente, aplicar grandes cantidades de suavizante en el pelo ya que el alto contenido de sales en el agua lo deja como esparto. Una vez listos enfilamos camino al aeropuerto. Contentos por todo lo vivido en estas dos semanas pero a la vez tristes por tener que marcharnos, nos despedimos de Islandia…